Señor, enseñanos a orar

Autor: Marcelo A. Murúa

 

 

Enséñanos a orar, Señor,
para encontrar tu rostro.
Invítanos al silencio,
para escuchar tu voz.
Aclara nuestra mirada,
para descubrir tus signos.
Danos valor y decisión
para aceptar lo que debemos cambiar.
Ayúdanos a discernir lo que realmente
importa: seguir tus pasos.
Enséñanos a comprometernos
activos, dispuestos,alegres,
en la construcción del Reino.
Enséñanos a orar, Señor,
nos hace falta.
Queremos buscar tu rostro, encontrar tus
huellas, reconocer tu paso.
Necesitamos volver la mirada,
descubrir tus ojos, llamarte "Padre",
sentir tu aliento.
Descansar en tu mirada,
llenarnos de ella,
palpar tu abrazo cercano,
charlar contigo como niños sencillos,
pocas palabras, bien abiertos los oídos,
para aprender a cambiar.
Invítanos al silencio, ayúdanos a callar.
No estamos acostumbrados,
nos gusta hablar mucho,
para no escucharnos, ni escuchar
tu voz que surge de adentro.
Vuélvete a nosotros, Padre bueno,
llamamos por nuestro nombre.
Insiste, porque somos duros,
nos cuesta reconocer tu voz.
Llama, Padre, interpela,
sacude, levanta tu voz,
a ver si te hacemos caso
y nos decidimos a mirarnos
en el espejo de tu Evangelio
para aprender a cambiar.
Danos tu Espíritu,
para guiarnos,
para revisar, desde El,
nuestras convicciones,
nuestros modelos,
nuestros gestos y actitudes,
nuestras metas y proyectos.
Ayúdanos a discernir,
a caminar según el Espíritu,
para aprender a cambiar.
Enseñanos a comprometernos,
Señor,
que nuestra vida cristiana
sea levadura y fermento
para un mundo que pide a gritos,
la irrupción del Reino.
Danos audacia
a la hora de las decisiones,
danos generosidad,
a la hora de la entrega,
danos constancia,
a la hora del trabajo.
Fortalece nuestra fe en camino,
anima nuestra esperanza,
activa nuestro amor
en proyectos de vida.
Aclara nuestra mirada,
que está confundida,
vemos borroso,
y, veces, equivocado.
Pasas por delante nuestro
y no te conocemos.
Está tu Reino cerca
y no nos damos cuenta.
La vida brota, nueva,
escondida en las semillas
de la justicia, la solidaridad,
la libertad, la paz,
pero no somos capaces
de sorprendernos por sus brotes,
o contagiarnos de su vitalidad.
Nos pasa como a los fariseos, Señor,
pedimos signos, sin entender
que los tenemos a todos lados,
sólo hay que mirar con tus ojos
para aprender a cambiar.
Danos valor y decisión,
para afrontar los cambios
que nos pedís.
Ser discípulo es vivir
como hombre nuevo.
Ayúdanos a dejar
las actitudes y prácticas egoístas,
indiferentes, del hombre viejo
que todos llevamos dentro.
Ayúdanos a convertirnos
y volver los pasos hacia tu camino
para aprender a cambiar.
Ayúdanos a discernir,
enséñanos a darnos cuenta,
donde y de qué manera
nos llamas
a ser testigos de tu Evangelio.
Señor,
escucha nuestra oración,
atiende nuestros llamados.
Necesitamos tu aliento,
nos hace falta tu empuje,
¡que nos anime tu Espíritu!
Queremos caminar
fieles a tu Palabra,
cada día,
un paso adelante,
para cambiar de vida,
y dar testimonio concreto
de tu presencia en medio nuestro.
Ayúdanos a cambiar,
Padre bueno,
para que seamos testigos,
mensajeros,
y constructores de tu Evangelio.
Amen