Silencio en la oración

Autor: Padre Jacinto Ladino A. 

Libro: "Madre enséñanos a Orar"

 

 

"Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón esta lejos de
mi". Mat. 15,8

Silencio!!! En todo dialogo se presentan momentos de silencio
durante los cuales los labios ciertamente callan pero el corazón se
sigue comunicando. Y aun en estos momentos aparentemente inútiles,
Dios continua obrando en nuestro corazón ya que nos hemos situado
voluntariamente en su presencia dispuestos a escucharlo y a dejarnos
transformar.
Cuando alguien quiere tomarse un baño de sol, se sitúa en una posición
de aparente pasividad para recibir los benéficos rayos solares; quizás
cierra los ojos, y hasta es posible que lo invada el sueño; y en esta
actitud transcurre buena parte de su tiempo.
Cuando después se manifiesta ante la gente no faltara quien le diga:
"como estas de bronceado!
Pero que fue lo que hizo? que crema se aplico? Nada en absoluto
solamente se ofreció a recibir sobre su piel los rayos solares que
transformaron el tinte de su piel.
De modo semejante acontece con la oración y los momentos de silencio
que inevitablemente se suceden. Quizá en el momento mismo pudiésemos
sentir tedio y cansancio de estar ahí sin hacer nada, sin decir nada,
sin sentir nada.
Pero no es un momento estéril y vacío si de manera expresa y voluntaria
nos situamos en la presencia del Señor para que el nos vaya
transformando con el fuego de su amor.
Oportuno citar aquí un testimonio de Sor Briege McKenna, Religiosa
Clarisa que en uno de sus escritos dice así: "Quisiera compartir una

enseñanza que me vino un dia mientras estaba sentada en el presencia de
Señor. Yo solamente miraba el Santísimo Sacramento y adoraba a Jesús
y le decía que yo no tenia mucho que decir, salvo que lo amaba. Y sentí
que el Señor me dijo: " Pues no sabes que no tienes que decirme nada ?
Solo estar conmigo, estar en mi presencia. No se trata de los que tu
haces por mi sino de lo que yo hago por ti".
Fue esa una gran lección: saber que yo no tenia siempre que decir algo
sino que solo tenia que estar allí con Jesús haciéndole compañía.