Nuestro Pastor.

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Si el Señor es mi pastor, a mi y a mi familia nada nos falta;
en verdes pastos de honradez, responsabilidad, fe y amor, nos dará reposo;
al lado de aguas tranquilas, amigos, consejeros, la Iglesia, nos dirige;
nos refresca el alma, valores, esperanza, sacramentos,
y nos guía por caminos rectos; buen padre, buena madre, buenos hijos, buenos vecinos, buenos esposos.
Por la seguridad de su nombre, el Pastor.
Aunque camine por valles oscuros, falta de trabajo, vivienda, estudio, nutrición; no temeré porque estás a mi lado.
Con tu cayado, palabra, catequesis, y tus ayudantes, obispos, sacerdotes, religiosos, que me estiman y estimulan, todo lo que nos das como Pastor es una mesa ante mis enemigos.
Sentimos que nos acoges como familia para que formemos un hogar; por eso nuestra casa, el corazón, rebosa.
Ahora sentimos que no son los enemigos los que nos persiguen, sino tu bondad y tu delicadeza que nos acompañan todos los días de nuestra vida.
Para el tiempo venidero sólo pedimos “Vivir en la casa del Señor”. Aleluya, Amén